20 mar 2014

Amores olvidados

El fútbol es tan popular en México que no es raro ver a niños jugar diario en las calles una 'cascarita'. Al menos en mis días así era y cuando no teníamos un balón inventábamos uno con una botella de frutsi rellenada con papel. Las bolsas también funcionaban pero había que ponerles diurex alrededor para mayor duración y darles forma. Ahora supongo que quizá es menos frecuente ver niños jugando en la calle, porque los niños ahora juegan 'candy crush' o 'flappy birds', aunque aun los llego a ver cuando voy a México.

En Canadá, me he dado cuenta que los niños casi nunca salen a jugar a la calle. Aveces veo niños jugando en los parques o en las escuelas o en ciertas áreas de los malls. Pero nunca en la calle y nunca hasta tarde. Creo que eso provoca que a casi toda hora las calles estén solitarias, misteriosamente silenciosas. Aveces es bastante "creepy". En invierno, por la noche, es peor. Las calles están solitarias, frías,'mal alumbradas' y terriblemente silenciosas. La poca gente que anda afuera parecen espectros con sus largas chamarras de invierno de gorro puntiagudo, típicamente negras, que llegan hasta los tobillos y contrastan con el blanco de la nieve que cubre las calles...

Como sea, el chiste es que cuando era niño solía jugar fútbol todos los días: en la escuela, al regresar de la escuela y a la hora de salir a jugar. Los sábados y domingos mi papá nos llevaba a y mi hermano y a mi a las canchas de fut (que estaban cerca de mi casa y en las que ahora hay una universidad de esas del peje) a buscar 'reta'. Se armaba la 'cascarita', aveces se ponía ruda pero casi siempre saliamos victoriosos. Mi madre entonces nos recibía después del juego con un coca-cola bien fría como recompensa y cuando no ganábamos como premio de consolacion. Mi hermano y yo solíamos ver Acción, el resumen de los partidos de fútbol de la semana, a las 6 pm. Incluso, llegamos a grabar los programas pero con nuestra narración de los goles. Teniamos prohibido salir a jugar si mis padres no estaban en casa, pero desobedeciamos si se trataba de jugar fútbol. Jugar entre la lluvia era muy divertido, sobre todo porque nos podiamos "barrer" más fácilmente.
 Los 'balones' de fútbol nos duraban muy poco, casi nada. Creo que llegamos a ser buenos. Él en la portería, yo en "la delantera". Nunca jugamos en un equipo por razones varias pero nos hubiera gustado. Creo que esos han sido de los mejores años de mi vida.

Eran las épocas de Hugo Sanchez en el América CF y por lo tanto decidí que el América sería mi equipo favorito. Y como Hugo había jugado para el Real Madrid decidí irle al Real Madrid también. Me gané la enemistad de todo el mundo ;) por irle al América. Mi hermano escogió al Necaxa que luego cambió por los Pumas y mi padre seguía al Toluca. Mi mamá seguía a todos y a ninguno, a ninguno si nuestros equipos se enfrentaban y a nuestros equipos los otros días. Total, típica familia mexicana. 'Heredé' el gusto por el deporte mas popular del mundo (el verdadero rey de los deportes) de mi padre. Y creo que gustoso seguiría con la tradición.

Pasó el tiempo y entré a la UNAM (Prepa 5), y entonces creí que era mi deber 'puma' apoyar a la Universidad, además Hugo Sanchez había salido de la cantera de los PUMAS, había sido campeón con ellos en la temporada previa a irse al Atlético de Madrid. Así me hice' fan' de los PUMAS sin dejar de apoyar al América. Es raro, pero así siempre he sido.

Decidí practicar un deporte en el último año de prepa. Según yo, la escuela era muy fácil y me sobraba muucho tiempo. Por alguna razón escogí atletismo en vez de 'pambol'. Me encantó entrenar de dos a tres horas diarias. Aún me gusta mucho. Pasó el tiempo y nuevos amores me hicieron olvidar el fútbol. Entre ellos el atletismo, la computación y las matemáticas. Me limité entonces a solo ver por 'tele' los partidos de fútbol.

Hace poco me acordé de lo mucho que me gustaba jugar fútbol de niño. En invierno es imposible salir a correr por estos rumbos así que me inscribí en los torneos de 'soccer'  de la escuela "intramurals" para hacer ejercicio y recordar viejos tiempos. Me he divertido mucho, pero los años sin jugar me han pasado factura, he perdido técnica pero no la intuición. Es divertido jugar con los canadienses, siempre tan amables, siempre tan decentes y aveces demasiado inocentes (lo mismo que los argentinos dicen de nosotros los mexicanos). Al principio, creía que no me querían pasar la pelota. Pronto descubrí que ni entre ellos se pasaban la pelota: no saben dar pases (hay excepciones). Aveces tengo la impresión de que soy un 'hooligan' a lado suyo. Protesto, regaño, y meto duro la pierna (pero siempre limpiamente) tal como lo hacia cuando era niño. Al terminar el juego, todos volvemos a ser 'valedores'. Mis compañeros canadienses han de pensar que soy bipolar.




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